sábado, 10 de enero de 2009

Año de nieves, año de bienes


Ayer fue un día caótico en Madrid. Como en tantas otras ciudades, se puede pensar. No recuerdo una nevada así desde que era pequeña y bajaba a la calle para pegarme bolazos con mi familia. Este paisaje festivo para los chavales, no produce más que inconvenientes a los mayores; horas atrapados en los atascos, resbalones en el asfalto, por no hablar de alguna que otra tubería reventada por el hielo. Esta última fatalidad produjo en mi la mala milk que suelen producir las averías domésticas en mi estado de ánimo.
En semejante estado de cabreo llegué a trabajar.
Leyendo una carta de un lector me di cuenta que mis "problemas" no son tales, si no la consecuencia de tener. Es una obviedad que si no tuviera tubería, no tendría que preocuparme de ella. Esa carta se llama "carta abierta al pueblo judío" y está escrita por Antonio Lafuente del Pozo en "20 minutos" del día 9/1/09. La transcribo tal cual porque mi sentir es idéntico al del autor:


"Hace pocos días, mis 2 hijas, de 13 y 15 años, salieron llorando del cine al ver, una vez más, el daño y la humillación que vuestros padres, abuelos, y los millones de seres que no llegaron a serlo, sufrieron a manos de un grupo infame, los nazis, respaldado por el deseo de muchos miserables y por el silencio y la pasividad del resto de un pueblo, el alemán.
Estáis consintiendo que vuestros líderes se reencarnen en un grupo como aquel que decidió exterminar vuestro pueblo. Líderes que hoy han enjaulado, humillado y están exterminando lentamente a otro pueblo que debería ser hermano y del que sólo os diferencia el color del fanatismo de las religiones que os enfrentan.
Si no habéis malgastado todavía toda la compasión y las lágrimas que millones de seres humanos han derramado en recuerdo de vuestro sufrimiento pasado, y si todavía os queda algún resto de dignidad, tenéis que gritar junto con millones de seres humanos, que también son vuestros hermanos: ¡basta ya!
Abandonad a vuestros líderes infames y enfrentaos a sus tanques, a sus bombas y a sus balas; pedid perdón a ese pueblo aún hermano, antes de que el mundo entero llegue a despreciaros como antes ya despreció a los verdugos de vuestros mayores. Y antes también de que esos a los que vuestros líderes llaman terroristas, locos ya de dolor, de furia y de odio, justifiquen su deseo, también infame, de exterminaros".


Ojalá estas nieve se derrita y se lleve con ella todos los rencores y odios.